Las campanas de la Catedral de Santiago de María replicaban a un solo ritmo. Anunciaban a la feligresía católica la celebración de una eucaristía no común: La del miércoles de ceniza. Una misa que se celebra una vez al año y que marca el inicio de la cuaresma, el periodo de 40 días para el inicio de la Semana Santa.
Niña Julia Cortez, carga entre sus manos las velas que serán utilizadas en la eucaristía. El fuego representa la luz divina en el periodo santo. En este templo católico de Santiago de María se celebraron tres eucaristías durante todo el día; una a las 6:00 de la mañana, para los niños y niñas estudiantes, otra a las 10:00 am y la última a las 6:00 de la tarde.
La misa inició y el padre Luis Ernesto Rodríguez, durante su mensaje de homilía frente a unos doscientos feligreses, explica que “el tiempo de cuaresma significa meditar sobre nuestra vida, el compromiso con Dios y buscar la reconciliación a través del sacramento de la penitencia, la importancia del perdón, la misericordia y el compartir con el prójimo”.
Los recipientes con cenizas son llevados al altar. La ceniza simboliza la humildad y la sencillez a la que llama el cristianismo y un recordatorio a los feligreses a interiorizarse quienes son. Esta es sacada de las palmas del Domingo de Ramos anterior.
Una cruz de madera ha sido colocada sobre el altar. Esta simboliza el sufrimiento, pasión y sacrificio de Jesucristo por la humanidad como, la salvación, reconciliación y unión con él. La cruz, además, es el principal símbolo de la fe en la iglesia católica.
En las primeras filas se encuentra Doña Adela García, una abuela que susurra oraciones durante toda la misa. Es muy religiosa. Dice que ha estado en renovación, luego en encuentros conyugales y hoy el padre la ha escogido para guardia al santísimo.
Su avanzada edad y las marcadas arrugas en sus manos, no le quitan el ánimo a doña Adela de participar año con año en la misa del miércoles de ceniza. Dice que su compromiso con Dios es firme y que así será hasta el día de su muerte.
Luego de recibir la marca de la ceniza en su frente, uno de los feligreses se aboca a rezar una oración bajo la imagen de San Romero, el primer santo salvadoreño elevado a los altares en octubre de 2018.
Al otro extremo, junto a un ramo de flores moradas, color que representa la penitencia, se encuentra una imagen del padre Rutilio Grande, asesinado por la Guardia Nacional el 12 de marzo de 1977 junto a dos de sus colaboradores. Recientemente el papa Francisco ha anunciado el inicio del proceso de su beatificación.
Mientras los estudiantes se enfilan para recibir la cruz de ceniza, esta feligrés se inca en el piso, junta sus manos e inicia una oración.
Por: Carlos Amaya.