Por: Gloria Silvia Orellana / Diario CoLatino.
“Antes venía la gente a bañarse, nadar, lavar, y se mantenía la gente pescando, agarrando cangrejos y camarones. Las aguas eran transparentes; ahora, lo están matando, -¿Ve lo chele de las piedras? Es por falta del agua”, reflexiona Francisca Pérez Mestizo, de ascendencia indígena, proveniente de la tercera generación que radica en cantón Pusthan, Nahuizalco, Sonsonate.
“Tengo problemas en mi casa, la pared (adobe) se rajó y después se cayó por la vibración de las turbinas de la presa Cucumacayan. Y me botan también una ceiba porque afectaba a la planta a los señores de la empresa. Y les dije que no estaba de acuerdo pero lo hicieron de todos modos. Ahora, toda la tierra se va lavando y eso me pone en riesgo y llevo 23 años diciéndoles que necesito que pongan un muro de concreto para contener esa erosión (…) pero no me hacen caso”, narró.
Como un respiro ha tomado el Comité para la Defensa de los Bienes Naturales de Nahuizalco y la Unidad Ecológica Salvadoreña (UNES), la sentencia de la Cámara Ambiental de Segunda Instancia, Santa Tecla, que falló y ordenó al Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN), no otorgar el permiso ambiental a la empresa Sensunapán S.A. de C.V., y no construyan la Pequeña Central Hidroeléctrica Nuevo Nahuizalco II, que sería la octava represa en el cuerpo del río.
No obstante, la preocupación les invade por las decisiones que podrían tomar en torno al uso, regulación, extracción y tarifas de este recurso natural, dentro de la Ley General de Aguas y Saneamiento. Cuyo anteproyecto fue enviado expresamente por el presidente de la República, Nayib Bukele, a la Asamblea Legislativa, para su inminente aprobación.
Enrique Carías Morán vive en el cantón Sisimitepet y pertenece al Comité para la Defensa de los Bienes Naturales de Nahuizalco, reconoció la decisión judicial del magistrado Samuel Lizama, -“Lo consideró un hombre valiente”, que en su resolución da la razón a la denuncia de vulneración de los derechos de las comunidades.
“Nos alegra mucho, porque en 17 años que hemos venido luchando para que no se construya la octava represa sobre el río Sensunapan, nunca habíamos tenido un personaje con ese valor como el magistrado Lizama. Nos habían acompañado otros funcionarios pero eran de palabra o con cierto miedito y en algunas cosas. Y ha sido un juez (Lizama) que no está en favor de nosotros sino de la vida, del río y los ecosistemas y lo que representa la naturaleza en este lugar”, explicó.
El río Sensunapán o río Grande de Sonsonate, nace en Juayúa, y recorre un intricado camino por más de 40 kilómetros, antes de llegar al océano Pacífico, en Acajutla. Los datos de comunidades dan cuenta que las represas tocan en su mayoría el caudal de este importante río y que ha sido catalogado con e más alto “estrés hídrico” en el territorio nacional.
Aquí nos encontramos en El Caracol o El Remolino, y al ver el cauce que tiene el río -este momento- no es su propio caudal. El agua que ven correr es el agua que usan los regantes para sus cultivos. Y como es invierno entonces no utilizan el agua del río por las lluvias, sino este lecho estaría seco totalmente”, agregó.
En cuanto al impacto que tendría en las comunidades indígenas la construcción de la “Pequeña Central Hidroeléctrica Nuevo Nahuizalco II”, Carías lo describió que era dejar “4 kilómetros de lecho de río sin agua”, que sería un “golpe grave” a la vida de a los habitantes y los ecosistemas que dependen del Sensunapán.
“El Sensunapán no solo es agua para bañarnos, recreación y la pesca. Es también un patrimonio sagrado y cultural que tiene miles de años de existencia junto a muchas generaciones y nosotros queremos que siga acompañándonos y vamos a lucha por el río”.
“Hemos hecho cálculos que 30,000 familias seríamos afectadas porque vivimos en los cantones de Pushtan, Sisimitepet, El Almendro y Loma del Muerto, de estos cuatro cantones los toca territorialmente este proyecto de la 8va hidroeléctrica. Las comunidades hemos perdido también su acceso, porque la represa Cucumacayan que está en Sisimitepet, el acceso al río está cercado y eso es privatizar”, indicó Carías.
Asimismo, Marlon Enamorado, habitante del lugar, lamentó que las promesas que hiciera la empresa hidroeléctrica a la población que reside en la zona en relación a mejorar el entorno del lugar de la represa no fueron cumplidas.
“No han pavimentado las calles, ni contribuido en fortalecer las casas -fueron sus promesas- a cambio de la represa (Cucumacayan) pero, ninguna es cierta y menos la generación de los empleos a personas locales. Porque el empleo en las represas debe ser mano calificada tienen que tener estudios de bachillerato o la universidad”.
Y por el contrario, “nos han empobrecido como comunidades, al quitarnos el acceso al agua y también han dividido a las comunidades, escogiendo un grupo de familias a las que dan víveres y decir que la comunidad los apoya, pese a que algunas de esas personas no viven en esa comunidad, solo tienen propiedades”, indicó Enamorado.
El Sensunapán no solo es un recurso natural vinculado a la vida de los pueblos indígenas, también ejerce un vínculo sagrado “lugares encantados”, que dentro de su cosmogonía son ciertos lugares “sagrados”, como El Caracol en este río, señaló Hugo Díaz Chávez , arqueólogo y consultor de UNES, al comentar esta compleja relación con los bienes naturales.
“Los lugares sagrados para los pueblos indígenas son mucho más elementales, no representa templos o estructuras, sino que son espacios en donde ellos pueden comunicarse tanto con sus deidades, como con sus ancestros. De este último es la “Fosa Común de 1932” (Izalco). Para nosotros puede ser un lugar de Memoria Histórica, pero para ellos es un lugar sagrado, en el que hay un arraigo hacia sus abuelos, sus padres, sus hermanos, es decir, es el culto a los ancestros”, acotó.
En cuanto a ese aspecto de deidad del Sensunapán, Díaz recalcó su importancia de “lugar sagrado” por el elemento agua que está dentro de la cosmovisión indígena, incluso, señaló a Tlaloc como deidad específica que se encuentra registrada en textos arqueológicos. Y todos aquellos espacios en los cuales realizan sus “ritos o ceremonias” es una vinculación con sus ancestros y hacia sus deidades.
“El patrimonio intangible ha resistido 500 años, y ha resistido persecuciones incluso la de 1932, ese patrimonio intangible va a perdurar a través de la tradición oral y no sabemos en qué estado porque la cultura es bien dinámica. Es por eso que debemos observar como se preserva el patrimonio y en donde se materializa, porque los lugares sagrados son vehículos por donde expresan ellos sus tradiciones y esto tiene que ir de la mano la protección del patrimonio y la protección de los lugares sagrados o encantados”, sostuvo Díaz.
Mientras, Alejandro Labrador Aragón, técnico territorial de la UNES, manifestó que el río Sensunapán o río Grande de Sonsonate, segundo más importante a nivel de cuenca hidrográfica en El Salvador, se encuentra en estrés hídrico que genera vulneración a la población.
“El Sensunapán tiene una demanda de 52.7 millones de metros cúbicos y la oferta que tiene el río es de 31.2 millones de metros cúbicos; entonces, la presión que tiene este río, su cuenca, la biodiversidad, la flora, la fauna y el cuerpo hídrico es de sobre explotación”.
Es decir, “la sociedad, la ciudad, las comunidades, los cantones, la industria, las empresas, las constructoras y las embotelladoras están ejerciendo una presión sobre este río, que de continuar así, al final del siglo, -hablamos del año 2100- este río habrá desaparecido o será como otros, solamente una quebrada de invierno”, reiteró Labrador.
La situación del río, consideró Labrador, era una “señal de alerta” y que no pueden seguir hablando de mantener proyectos hidroeléctricos. Alertando a las comunidades sobre las últimas declaraciones del presidente Nayib Bukele, sobre el interés en la “minería de datos (conjunto de procesos para validar y encausar transacciones de criptomonedas) a través, de la “economía bitcoin”.
“Esto va a demandar una producción energética superior a lo que este país tiene como prioridad. Se debe poner atención también a los proyectos hidroeléctricos y el hecho que en este río ya existan siete hidroeléctricas. Y que por fin, un fallo de la Cámara Ambiental esté deteniendo el primer proyecto hidroeléctrico es una muestra de lo desproporcionada que está la gestión del río Sensunapán, en la actualidad”, consideró.
Para el ambientalista de la UNES, este río se enfrenta a seguir disminuyendo caudal y contaminarlo por pesticidas por los cultivos, que afectara directamente a las comunidades indígenas. Al que se suma el patrimonio cultural que ha sido invisibilizado y negado por parte del Estado, así como los desarrolladores de proyectos que sacan ganancias de sus aguas.
“Nosotros, como UNES, insistimos que el río Sensunapán es portador de un patrimonio oral intangible milenario invaluable, que también, sabemos por testimonios de los lugareños, que han identificado fosas de 1932, en la cuenca del río Sensunapán. Y si están pensando violentar estas fosas estamos hablando de un delito de Lesa Humanidad, por eso es importante que el Estado reconozca el área de protección del río y la distancia donde incluye a las comunidades, su memoria y su patrimonio cultural”, agregó.
Sobre los permisos ambientales, Labrador denunció la intención de considerar un “simple trámite” los procesos en el MARN, y que este a su vez solo se dedique en agilizar la inversión extranjera directa en nombre de la concepción de desarrollo del gobierno en turno.
“Cuando vemos un Gobierno pensando que los procedimientos oficiales y los permisos ambientales deben quitarlos o minimizarlos, pues entre líneas debemos interpretar que el gobierno está diciendo sobre los derechos de la población y la naturaleza que son cosas que no valen la pena. Pero que hay que privilegiar la inversión extranjera, la producción de mercancía y generación de lucro por sobre la calidad de vida de poblaciones culturalmente marginadas como la indígena en El Salvador”, puntualizó Labrador.