Salud en alerta: la hipertensión sin medicamentos en el nivel primario de salud

Imagen de referencia. Sistema de salud El Salvador

René comenzó la semana con un malestar que le parecía común: fiebre leve, dolor de garganta y gripe. Pensó que era «el virus que anda dando», ese que todos mencionan pero nadie identifica con certeza. A pesar de no sentirse bien, decidió ir a trabajar. Sin embargo, en la noche, la fiebre subió más y el cuerpo no daba para más. “Iré mañana a la Unidad de Salud”, se dijo.

Al día de ayer, René se dirigió a la Unidad Comunitaria de Salud Familiar (UCSF) Santa Bárbara, en Santa Ana. Encontró una larga fila de pacientes. Había mucha gente esperando atención, pero el personal lo recibió con amabilidad. Le tomaron la presión, registraron sus datos y lo hicieron esperar.

Finalmente pasó con la doctora. Le examinó la garganta, los ojos, la espalda y el pecho con el estetoscopio. Después de una revisión cuidadosa, le diagnosticaron rinofaringitis aguda e hipertensión arterial. “Necesita reposo, tomar mucha agua y tener cuidado con la hipertensión, por ahora la tiene un poco alta”, le dijo la médica.

Le recetaron tres medicamentos: acetaminofén, clorfenamina e hidroclorotiazida. René se quedó pensativo con este último. El nombre comercial, Cardiovit, le sonaba más a un tratamiento cardíaco. Lo buscó en Google y confirmó que era un diurético. Desconcertado, decidió denunciar lo que consideraba un error médico.

¿Una receta equivocada?


Izcanal investigó el caso y consultó a un director de una Unidad de Salud del SIBASI en San Miguel. Su reacción fue una sonrisa comprensiva antes de explicar:

“Esa doctora es muy buena médica, no deja ir al paciente sin una solución. Lo que está pasando en esa Unidad de Salud, y en todas las Unidades de Salud del país, es que no hay medicamentos para la hipertensión. Entonces, ella buscó una alternativa. La hidroclorotiazida es un diurético, sí, pero también ayuda a controlar la presión arterial alta porque reduce el volumen de líquido en el cuerpo y mejora el flujo sanguíneo.”

La explicación médica tiene base en los propios lineamientos del Ministerio de Salud. En 2021, la institución publicó los Lineamientos técnicos para el abordaje integral de la hipertensión arterial, diabetes mellitus y enfermedad renal crónica en el primer nivel de atención, en los que la hidroclorotiazida aparece como parte del grupo de “diuréticos tiazídicos”, recomendados como tratamiento para la hipertensión. Sin embargo, el mismo documento advierte que su uso puede tener efectos adversos como hiperglucemia, hipopotasemia, hiponatremia, entre otros.

La crisis del silencio

Para verificar si se trataba de un caso aislado, Izcanal consultó a tres directores más de distintas unidades del sistema nacional de salud (SIBASI). Las respuestas coincidieron en una misma realidad: hay crisis en el abastecimiento de medicamentos para la hipertensión arterial.

“Por ejemplo, el Amlodipino tengo casi un año de no tenerlo, se nos ha acabado también el Valsartán”, dijo un médico de la zona norte de Usulután.
“Apenas vamos a medio año y no tenemos ningún hipertensivo. Aquí en mi Unidad de Salud estamos descontinuados. Lo peor es que la gente no lo compra y así se expone a situaciones más graves. Corre riesgo hasta de perder la vida”, alertó otro director de la zona sur del departamento.

Esta situación contrasta drásticamente con el discurso oficial. El 25 de abril de 2025, la Secretaría de Prensa de la Presidencia publicó en Facebook que “el sistema de salud cuenta con el 95 % de abastecimiento de medicamentos, superando el estándar internacional que es del 92 %”. Sin embargo, esa cifra no se refleja en la experiencia de los pacientes ni del personal médico.

Cuando ciudadanos o periodistas solicitan información al Ministerio de Salud sobre los niveles reales de abastecimiento, las respuestas van desde que la información es reservada, hasta que no hay personal para recabarla, o simplemente se dice que es información inexistente.

¿Hablar de esto es delito?

En un país donde informar sobre los vacíos del sistema de salud se convierte en un acto de sospecha, la denuncia de René abre una ventana hacia una verdad incómoda: el desabastecimiento existe, las soluciones son paliativas y los riesgos son reales. ¿Qué pasará con los miles de pacientes hipertensos que dependen de sus medicamentos diarios para vivir? ¿Seguirá el gobierno negando la crisis mientras las farmacias públicas se quedan vacías?

Desde Izcanal, seguiremos documentando y visibilizando estas realidades, porque hablar no es delito. Es deber.