Por mandato de su Dios, 23 niños no asisten a la escuela en cantón Las Marías, Chinameca

En el Cantón Las Marías, distrito de Chinameca, en el departamento de San Miguel, un grupo religioso impide que los niños asistan a la escuela. La Iglesia Evangelista de la Fe en el Señor Jesús considera que los centros educativos son lugares de “contaminación espiritual” y que los menores no deben mezclarse con otros niños que no comparten su fe.

Por esta razón, los niños de esta congregación no reciben educación formal. En su lugar, asisten a clases los miércoles dentro de la iglesia, pero estas no están certificadas por el Ministerio de Educación. Al no estar inscritos en el sistema educativo, carecen de documentos oficiales que acrediten su aprendizaje y, si en algún momento desean integrarse a la educación formal, deben iniciar desde primer grado sin importar su edad.

Historias de exclusión y castigo

Samuel y Josué, dos hermanos de 10 y 12 años, nunca han pisado una escuela. Pasan sus días ayudando a sus padres a vender productos en la comunidad. Un día, mientras caminaban descalzos vendiendo quesadillas, una mujer les ofreció comprarles zapatos. Sin embargo, los niños rechazaron el regalo:
—No podemos, señora. Nuestra iglesia no nos deja —respondió Josué.
Según las enseñanzas de la congregación, los niños no deben aceptar obsequios de personas ajenas a la iglesia, a quienes consideran “impíos”.

Otro caso es el de Samuel, quien tuvo problemas con su familia y su iglesia tras interactuar con una tablet que su vecino Diego le mostró. Al ver la pantalla iluminada con un juego educativo, Samuel se acercó por curiosidad, pero su padre lo sorprendió y lo reprendió severamente:
—Eso es un instrumento del demonio. No vuelvas a acercarte a esas cosas.

Días después, la madre de Diego le compró una pelota de fútbol. Samuel se acercó a su vecino para ver la pelota y se puso a jugar un rato. Mientras jugaba con su vecino, otra miembro de la iglesia lo vio y lo reportó. Esa misma noche, Samuel fue amonestado en la congregación por haber jugado con un niño ajeno a su fe.

Casos como el de Samuel y Josué se repiten en la comunidad. La educación, el juego y la convivencia con otros niños están restringidos por creencias religiosas, limitando su desarrollo y oportunidades.

El dilema de quienes abandonan la iglesia

Los niños reciben sus clases dentro de la iglesia, lugar no autorizado por el MINED.


El problema se agrava cuando una familia decide salir de la iglesia. En el cantón vecino, La Peña, un maestro nos comentó el caso de un niño de 14 años que quedó huérfano y fue acogido por sus abuelos, quienes son católicos. Su abuela insistió en que debía ir a la escuela, pero al llegar descubrieron que no había registro alguno de su educación. Aunque sabía leer, tuvo que iniciar en primer grado y acelerar su aprendizaje para nivelarse. Esta barrera impuesta por la comunidad religiosa no solo afecta a los niños mientras forman parte de la iglesia, sino que también complica su integración al sistema educativo si en algún momento deciden salir.

Un Estado que conoce la situación, pero no actúa

La Ley Crecer Juntos establece que el Estado debe garantizar el derecho a la educación y velar por la permanencia de los niños en las escuelas.


A pesar de que el Ministerio de Educación y el Consejo Nacional de la Primera Infancia, Niñez y Adolescencia (CONAPINA) tienen conocimiento de esta realidad, no han tomado medidas al respecto. El subdirector del Centro Escolar Alberto Recinos H. expresó su preocupación y aseguró que han abordado el tema con ambas instituciones, pero hasta ahora no han recibido respuesta.

Algunas mujeres organizadas de la comunidad también han mostrado inquietud, ya que ven cómo la iglesia crece y con ella el número de niños y mujeres afectados por estas creencias.
—Es bien raro que el gobierno no haga nada —cuestiona una madre de familia del Cantón Las Marías—. A nosotros, que mandamos a nuestros hijos a la escuela, si faltamos a una reunión nos amenazan con aplicarnos la Ley Crecer Juntos. Pero a estos padres que no mandan a sus niños a la escuela, nadie les dice nada.

La Ley Crecer Juntos establece que el Estado debe garantizar el derecho a la educación y velar por la permanencia de los niños en las escuelas. Sin embargo, en casos como el de esta iglesia, la normativa no se aplica con el mismo rigor que en otras situaciones.
Algunos de los artículos que se estarían violando incluyen:

  • Artículo 52: Obliga al Estado a garantizar educación para niños en situaciones especiales.
  • Artículo 56: Establece que las instituciones educativas deben reportar la deserción escolar y actuar para evitarla.
  • Artículo 58: Protege el derecho de los niños a participar en actividades culturales y educativas.

La falta de acción estatal deja a estos niños atrapados en un sistema que los priva de su derecho fundamental a la educación y al desarrollo integral.

Un futuro incierto
Mientras el gobierno no intervenga, los niños de la Iglesia Evangelista de la Fe en el Señor Jesús seguirán creciendo al margen del sistema educativo. Sin acceso a certificados, difícilmente podrán acceder a trabajos formales o continuar estudios superiores en el futuro.
El dilema sigue latente: si el Estado aplica sanciones a los padres que no cumplen con reuniones escolares o con la educación de sus hijos, ¿por qué no lo hace con las familias de esta iglesia que privan a sus hijos de su derecho a estudiar?

Mientras no haya respuesta, los niños de esta comunidad seguirán caminando descalzos, sin escuela, sin juegos y con un futuro incierto.

Por: Prensa Izcanal