Por César Villalona
Según el artículo 1 de la Ley Bitcoin, ese criptovalor se convertiría en una “moneda de curso legal irrestricto, con poder liberatorio, ilimitado en cualquier transacción y a cualquier título que las personas naturales o jurídicas públicas o privadas requieran realizar”. Eso significa que tendría las tres funciones de toda moneda:
1. Unidad de cuenta: los precios se fijan moneda.
2. Medio de pago: bienes, servicios, salarios, pensiones y otras obligaciones.
3. Reserva de valor: depósito para guardar poder adquisitivo o capacidad de compra a lo largo del tiempo.
Aunque el artículo 11 de la ley dice que el Banco Central de Reserva (BCR) y la Superintendencia del Sistema Financiero (SSF) deben emitir la normativa correspondiente, el presidente de la república se adelantó a decir para qué servirá y para qué no servirá el bitcoin. Veamos sus declaraciones:
1. Que los precios solo se fijarán en dólares, aunque las empresas que lo deseen podrían agregar los precios en bitcoin. Eso significa que el bitcoin no será unidad de cuenta, pues ninguna empresa hará un trabajo innecesario y tedioso, sobre todo porque la relación entre el bitcoin y el dólar cambia en días y hasta en horas.
2. Que los salarios y pensiones solo se pagarán en dólares y que nadie está obligado a aceptar el bitcoin, pese a que el artículo 7 de la ley dice que los agentes económicos tienen que aceptarlo “cuando así le sea ofrecido por quien adquiere un bien o servicio”. Si ese artículo no es válido, como insinuó el presidente, la gente optará por el dólar, como moneda segura, y el bitcoin no cumplirá a plenitud la función de medio de pago.
3. Que las cuentas bancarias no se convertirán en bitcoin y por lo tanto éste no será reserva de valor. Pero en este punto el presidente olvidó que si los préstamos se pueden pagar en bitcoin, como dice el artículo 13 de la ley, automáticamente habrá ahorros en bitcoin.
En resumen, el presidente Bukele eliminó una función del bitcoin y dejó las otras dos en mal estado, pues suprimió los artículos 1, 3, 7 y 13 de la ley, sin que el BCR, la SSF y la Asamblea Legislativa hayan decidido absolutamente nada al respecto.
Según el presidente, el bitcoin servirá para estimular el turismo, pues cuando un turista llegue al país cambiará dólares por esa moneda. Tal afirmación no explica nada, pues el turista también puede comprar con dólares físicos o digitales (tarjeta de crédito y de débito). El presidente también dijo que quien le compre los dólares al turista, luego comprará en algún negocio y dicho negocio comprará en otro. Eso siempre ha sido así, no es una novedad ni tiene que ver con el bitcoin.
El turismo aporta divisas que entran al torrente monetario del país receptor, estimulan el consumo interno y financian importaciones y otras transacciones externas. Pero esa actividad no se estimula con un cambio monetario, sino con buenas condiciones de infraestructura, de servicios y de seguridad pública, entre otras cosas. Los países con mayor turismo no han adoptado el bitcoin y mantienen sus monedas nacionales.
El presidente afirmó que el bitcoin beneficiará a quienes reciben remesas, porque el gobierno les ayudará a tener en sus celulares una aplicación electrónica que ayudará a recibirlas de inmediato. ¿Y qué tiene que ver eso con el bitcoin? ¿Por qué no se incorpora una aplicación para obtener remesas en dólares? También aseguró que las remesas no pagarán comisiones, como si tales comisiones existieran en el país. Lo que no dijo es que las transacciones con bitcoin sí pagan comisiones.
Con la entrega de los 30 dólares, el presidente Bukele procura que la mayoría de la población acepte la aplicación electrónica, para luego decir que el pueblo apoya el bitcoin. Sin embargo, cuando abordó ese punto aseguró que los 30 dólares se pueden convertir en 25 debido a la volatilidad del bitcoin con respecto al dólar. Según el presidente, ese no sería un problema porque se trata de dinero regalado. Pero ¿qué pasará cuando la gente pierda dinero propio? Que cada quien asuma su riesgo, dijo Bukele, pues el bitcoin no será de uso obligatorio. Si es así, ¿por qué imponer una moneda que no da estabilidad e induce a especular con ella?
Una respuesta a la pregunta anterior podría ser que las personas con dinero mal habido, tanto nacionales como extranjeras, puedan lavarlo en nuestro país convirtiéndolo en bitcoin o en bienes raíces. Incluso, algunos de ellos podrían vincularse al negocio de los cajeros electrónicos. Aunque ese camino no ayuda a levantar la economía nacional, puede servir para que el clan empresarial gobernante transite hacia el sector oligárquico.