
En la calle que conecta Jucuapa con Santa Elena, en el municipio de Chinameca, un grupo de mujeres ha encontrado en la venta de frutas y verduras una forma de subsistencia frente a la escasez de empleo. Lo que comenzó con dos mujeres hace un par de años se ha convertido en una creciente red de puestos que se extienden desde La Peña hasta Las Marías y Santa Elena. “Aquí no hay trabajo, y las cortas de café solo son por temporada”, explica Carmen, quien desde hace dos años vende verduras junto a sus amigas en esta ruta.
El comercio de frutas es una actividad que no solo les permite generar ingresos, sino que también aprovecha los recursos locales. María, otra de las vendedoras, detalla cómo se abastecen: “Algunas frutas las traemos de aquí del cerro, como zapotes y aguacates. Otros, como los mangos, los conseguimos de Usulután o de Alegría”. Esta conexión con productores locales y de zonas cercanas les asegura un suministro constante de productos frescos, desde carao, papaya y mango hasta guineos y jocotes corona. “Casi todo el año tenemos frutas. El mango ya va a dejar de venir, pero después vendemos limones y jocotes”, añade Teresa, una de las vendedoras.

Entre las historias destaca la de la señora más anciana del grupo, una mujer de fe evangélica que, con su mantelina, comparte su experiencia: “Yo fui la primera en vender aquí en La Peña. Siempre he vendido frijoles, aguacates y mangos. Cuando se acaba la cosecha, paso vendiendo frijoles y café”. Su perseverancia refleja el espíritu de estas mujeres, quienes han optado por el comercio ambulante como una alternativa digna frente a los bajos salarios de empleadas domésticas, que apenas alcanzan los $100 mensuales.
Los puestos, ubicados entre Las Marías y Arenales, ofrecen no solo frutas, sino también tortillas, pastelitos y otras verduras, convirtiendo la carretera en un vibrante mercado al aire libre. Para estas mujeres, vender en la calle no es solo un medio de subsistencia, sino una forma de independencia y comunidad. “Ganamos poco pero vamos saliendo adelante”, dice María con orgullo, resaltando la importancia de esta labor que les permite sostener a sus familias y mantenerse activas en un entorno donde las oportunidades laborales son limitadas.
A medida que más mujeres se suman a esta iniciativa, la ruta de Jucuapa a Santa Elena se consolida como un ejemplo de resiliencia y emprendimiento femenino, donde la venta de frutas es un acto de supervivencia.
Por: Prensa Izcanal