Marcelo Rivera fue un destacado líder comunitario, educador y activista ambiental de San Isidro, en el departamento de Cabañas, El Salvador. Se desempeñó como director de la Casa de la Cultura de San Isidro y fue miembro fundador de la Asociación Amigos de San Isidro Cabañas (ASIC), organización comprometida con la defensa del medio ambiente y los recursos naturales. 
A partir de 2005, Rivera lideró la resistencia comunitaria contra los proyectos de minería metálica propuestos por empresas transnacionales, como Pacific Rim y posteriormente Oceana Gold, que buscaban explotar yacimientos de oro y plata en la región. Las comunidades, preocupadas por los potenciales daños ambientales y a la salud derivados de la minería, se organizaron para oponerse a estas iniciativas. 
El 18 de junio de 2009, Marcelo Rivera fue secuestrado; su cuerpo, con evidentes signos de tortura, fue encontrado el 30 de junio del mismo año en un pozo en Ilobasco. Aunque se procesó a los autores materiales de su asesinato, los responsables intelectuales nunca fueron llevados ante la justicia.
El legado de Rivera ha sido fundamental en la lucha contra la minería metálica en El Salvador. Su activismo contribuyó a la aprobación, en marzo de 2017, de la ley que prohíbe la minería metálica en el país, un hito en la protección del medio ambiente y los recursos hídricos.
A pesar de los avances, las comunidades y organizaciones continúan exigiendo justicia plena por su asesinato y el de otros activistas ambientales, como Dora Sorto y Ramiro Rivera, quienes también perdieron la vida en la defensa de los recursos naturales en Cabañas
Fuente: Robin Broad y John Cavanagh, Defender el agua. Como la gente de El Salvador enfrentó la codicia empresarial, editorial Grano de Sal, México, 2022.