Tenía un compromiso con doña Consuelo y un recado que trasladarle de mi amiga Yenis. Consuelo fue reina de la tercera edad de las fiestas patronales de Santiago de María y vende frutas de temporada enfrente del pollo Campero. Así que fui a visitarla esta tarde.
“Estamos jodidos. No he vendido ningún cinco desde que el presidente puso esta cosa del encierro. La alcaldía no nos ha dejado vender y la policía no nos ha dejado andar buscando las frutas”.
Doña Consuelo y sus vecinas, quienes viven en el albergue que dejó el terremoto de 2001, se dedican a vender frutas. Van a las fincas de café y compran por «topón» los árboles de mango, de aguacate, limón o lo que sea.
La pregunta de rigor: ¿cómo han hecho para sobrevivir estos días?
«Nos hemos socado el cincho. Comiendo poquito. Estas mujeres con esos cipotes tiernos engañándolos con la leche, le echan más agua. Hay nos regalamos entre nosotras. Una vez me regalaron unos víveres, así la bolsita, pero ya nos sirvió de algo, pero lo que yo necesito es salir a trabajar, no andar pidiéndole al alcalde».
El presidente está pidiendo otros quince días de cuarentena…
“Señor bendito nos va a matar de hambre. Si podemos vender y tener cuidado usted”.
Me sentí como el Güas de las malas noticias. Pues doña Consuelo se le rodaron las lágrimas cuando le informé de los próximos días de cuarentena.
Nota: lo que mas necesitan en las champitas del albergue del Incafé es leche para los niños. Hay unos 16 menores de 8 años.
Por: Alcides Herrera.