Los conservadores religiosos dicen: “gracias a Dios que tengo trabajo”. Pero el hecho no solo es tener trabajo, sino que ese trabajo dignifique a la persona, y de su trabajo pueda tener su sustento y el desarrollo de su persona.
¿Cumple el trabajo doméstico con la dignificación de las personas que lo realizan?
Veamos los hechos
Sonia es madre soltera, su hijo tiene 3 años de edad. Su padre le da 20 dólares al mes para su sustento. Se fue a trabajar a San Miguel y su madre le cuida a su niño. Le pagan 150 dólares y le dan vacaciones cada 15 días. Trabaja 28 días al mes.
Es todo un drama humano: duerme en una hamaca en un cuartito de 2 metros por dos, se levanta a las 5 y 30 y se acuesta a las 9 de la noche. No come con sus empleadores, cuando se pierde algo es la primera sospechosa. Debe lavar, planchar, hacer aseo y cocinar. No tiene derecho al ISSS y cuando se enferma no le pagan los días no trabajados, no tiene vacaciones, etc.
Hay casos peores. Mujeres que ganan apenas 60 dólares, que les toca cuidar hasta 3 niños y realizar todos los quehaceres, etc.
REFLEXIÓN
Con el salario que reciben las empleadas domésticas no les alcanza para comprar la canasta básica, mucho menos para la canasta básica ampliada ¿Se podrá pagar vacaciones? ¿Le dará la banca un crédito personal? ¿Puede comprarse una casa?, etc.
Trabajan hasta 14 horas diarias durante 28 días. Eso es esclavitud. Estas personas esclavas no están lejos de nosotros, están en medio y conviven a nuestro alrededor. No solo las esclavizan los oligarcas, sino “cualquiera del pueblo”.
Cada día crece más la indignación a los altos salarios de algunos empresarios y políticos, pero no nos indigna los bajos y malos salarios y las malas condiciones de trabajo de trabajadoras domésticas.
ESTE 1 DE MAYO: reivindiquemos los derechos de las empleadas domésticas (no es “la muchacha”) para que se le pague salario mínimo, acceso al ISSS y las debidas prestaciones laborales, horas extras ¿por qué no?
Por: Alcides Herrera.