Desde hace 20 años el río Caliente se está secando lentamente a consecuencia de la extracción excesiva de agua para regar los cañales del ingenio azucarero Jiboa en el municipio de Tecoluca, departamento de San Vicente.
En una poza dependiente del río Seco todas las mañanas Evelyn Sánchez lava los utensilios de cocina y ropa de su familia y de encomiendas de algunos vecinos provenientes del cantón San Fernando, en el caserío Santa Mónica.
Ella ha sido testigo de la perdida de la abundancia de agua que poseía este riachuelo que abastece a las comunidades aledañas 18 de julio, el Casino y San José La Ceiba.
“Tenemos el beneficio del río cerca pero no tenemos acceso al agua, solo tenemos agua los domingos porque de lunes a sábado los cañales usan el agua para regar estos cultivos, han construido unas represas río arriba que empozan el agua solo para uso exclusivo de esta empresa y nos dejan sin el beneficio”, comenta doña Sánchez.
Esta operación ilegal extractiva de agua para humedecer los monocultivos de caña de azúcar está dejando sin agua para consumo humano a ciento trece familias de las comunidades del caserío Santa Mónica, denunció Silvia Dinora Luna ambientalista residente del cantón San Fernando.
“El caudal del río ha disminuido drásticamente junto con ello se están muriendo cientos de especies de peces, camarones y los árboles; se están secando, todo por responsabilidad de la llegada de la industria cañera en la zona”, señaló Luna.
Las comunidades del cantón San Fernando son un diminuto ejemplo de la inmensa cantidad de casos similares de miles de familias de la zona limítrofe costera salvadoreña que sufren el robo de agua de los ríos para la producción extensiva de los monocultivos de caña de azúcar.
Estos casos de violaciones de derechos humanos de acceso al agua se desarrollan en medio de una crisis política generada por los partidos políticos de la derecha en la Asamblea Legislativa que pretenden privatizar el vital líquido a pesar de una avalancha de criticas y rechazo popular de la ciudadanía salvadoreña, aspecto que ensombrece la conmemoración del Día Mundial del Agua este 22 de marzo.
Por / Alfredo Carías.