Por Gloria Silvia Orellana / Diario CoLatino.
Mirna Margarita Pérez Cruz vive en el caserío Las Cuevitas, municipio de San Antonio Pajonal, Metapán, departamento de Santa Ana. A sus pies está el vaivén calmo de las aguas del lago Güija, por lo que recuerda constantemente que su lucha junto a sus compañeras de la Asociación de Mujeres Ambientalistas de El Salvador (AMAES) se respalda en la supervivencia de sus familias y la preservación del medio ambiente.
“Soy de la Mujeres Ambientalistas y protegemos a diario nuestro lago (Güija) y si hay amenazas de contaminación, nosotras que vivimos del lago al no tener comida, ¿qué vamos hacer?”, se preguntó.
AMAES, Proyecto PODER, Las Febes, ACAFREMIN, NAYARIT Mujeres y Juventudes, Colectiva Feminista, SITRADOMES, Colectiva de Mujeres Kawop de Apopa y por Guatemala el Colectivo Ecologista Madre Selva realizaron en el marco del Día Mundial del Medio Ambiente, una marcha acuática en rechazo ante la explotación de la Mina Cerro Blanco, ubicada en Guatemala, que compromete las aguas por el río Ostúa con en lago Güija, en El Salvador, que es tributario del río Lempa.
“Yo vengo monitoreando el lago desde hace años, y aquí estamos juntas para luchar para que no se contamine. El monitoreo se concentra en encontrar varias especies de animalitos que deben estar en el agua. Con un colador los recogemos para registrarlos y luego, compararlo. Tengo libros de especies para detectar que clase de animalitos que hay, ahora no tenemos de esos aparatos (microscopios) así que lo hacemos por medio de lupas, entonces, los veo y los buscamos en los libros si hay suficientes el agua está aceptable no está contaminada”, explicó.
Sobre la preocupación que generan los metales pesados o pesticidas en las aguas del Güija, Mirna Margarita señaló que se encuentran en constante petición comunitaria de evitar desechar envases de cualquier tipo en sus aguas que literalmente consumen y utilizan en sus quehaceres del hogar.
“Hay pescado que se nos está acabando más adentro de la laguna hay nasas (redes) de pescado y la gente les da concentrado y el pescado que llega por bajo y se come el concentrado ya no produce los deja estériles. Y ahora, no queremos que la mina tire venenos al lago tampoco, esto es envenenar al lago Güija, y al río Lempa, y no olvidemos que mucha gente está padeciendo de los riñones. Hace unos meses encontraron un pescado con cosas raras en su cuerpo, entonces, sino cuidamos el lago, ¿quién por nosotros?”, cuestionó.
La Mina Cerro Blanco se encuentra en el municipio de Asunción Mita, Guatemala, y en el año 2004, la minera Entre Mares S.A., subsidiaria de Goldcorp, empresa minera canadiense, presentó su Estudio de Impacto Ambiental inicial para explotar la mina Cerro Blanco, pero no lograron desvanecer las posibles afectaciones de los recursos naturales de la zona.
Reintentan de nuevo en los años 2005 y 2007, sin ningún éxito, ante las autoridades ambientales guatemaltecas, pero luego de un cambio de funcionarios de la Unidad de Gestión Ambiental obtienen el permiso de explotación, sin cubrir los “señalamientos graves y deficiencias” del proyecto minero.
Julio González, integrante del Colectivo Madre Selva, junto a otras organizaciones guatemaltecas, ha hecho resistencia en contra del proyecto Mina Cerro Blanco. Y lo que consideran una “corrupción administrativa” en Guatemala, intuyendo similares situaciones en Honduras y El Salvador.
“Estamos en contra que se sigan entregando los recursos naturales y del disfraz de los estudios de impacto ambiental que ocultan las graves amenazas al medioambiente, la salud y al territorio de ambos países. Por esta razón felicitamos este acontecimiento de reunirnos por primera vez en el lago y obtener información de la población que vive en las orillas del lago de Güija”.
Y así también, “de los impactos que han venido experimentado, y es, porque cada año han venido lanzando grandes cantidades de aguas termales altamente con un contenido de arsénico a la cuenca hidrográfica y eso va a contaminar irremediablemente las aguas de estos cuerpos de aguas y las afectaciones de la minería son irreversibles”, indicó González.
Sobre la empresa Goldcorp, que vendió el proyecto minero Cerro Blanco a la también transnacional minera Bluestone, señaló que utilizarían un modelo extractivista, que traerá destrucción y muerte a miles de comunidades que residen en la parte del sistema Güija, Lempa y Ostúa, por lo que no dudó que se trata de una inminente amenaza para Guatemala y El Salvador.
En el año 2012, citando datos oficiales del Ministerio de Energía y Minas (MEM), de Guatemala, sobre la solicitud de la transnacional para un cierre temporal por dos años de la mina Cerro Blanco, argumentando “fallas técnicas e inundaciones de túneles”, González advirtió que la información faltante fue que la anegación en las galerías de la mina eran aguas geotermales, con temperaturas entre los 80o a 120o Centígrados y con alto contenido de arsénico y metales pesados.
“Por esta razón, hoy más que nunca, debemos estar unidos contra el inicio de este proyecto nuevo en donde Golpcorp vendieron los derechos mineros a Bluestone, pero no se vendieron los estudios de impacto ambiental a eso nos oponemos y estamos ahora junto a la comunidades Asunción Mita, para que ese proyecto minero deje de contaminar el río Ostúa y la cuenca que son aguas compartidas y deben respetarse”, acotó González.
Cidia Cortes, consultora, ambientalista e integrante de las Mujeres Ambientalistas de El Salvador y parte del Movimiento Eco Feminista, expresó la preocupación del intento de Bluestone de cambiar el método de explotación de la mina subterránea Cerro Blanco, por “tajo abierto”, que significaría mina a “cielo abierto”, que reconvertiría la actividad a nivel de superficie en donde se utilizan explosivos para destruir la roca para luego, triturarla para sacar los metales preciosos.
“La mina está asentada sobre un acuífero subterráneo el que abastece a este lago de Güija, que es tributado por el río Ostúa, y la minería a cielo abierto genera daños a la superficie de la tierra y todo el medio ambiente. Por esto nos estamos pronunciando en contra de la mina Cerro Blanco y decimos no a ese proyecto extractivista y patriarcal que somete a mujeres y amenaza con cambiar la vida de todos y todas”, opinó.
El municipio guatemalteco de Asunción Mita está a tan solo 10 kilómetros de distancia del lago de Güija en El Salvador, debe encender las alarmas de una catástrofe generada por la mano del hombre, sentenció, Pedro Cabezas, coordinador de la Alianza Centroamericana (ACAFREMIN), integrada por organizaciones que realizan diversas actividades como la marcha acuática, denuncias, foros y encuentros regionales, como el que realizan actualmente en el país.
“Este proyecto minero de Cerro Blanco tiene el potencial para contaminar la Cuenca Güija-Lempa, que es la principal fuente de agua que provee a El Salvador. Y una mina a cielo abierto con un manto acuífero termal que concentra sulfuro y arsénico estamos hablando de daños irreversibles por el drenaje ácido, y todo esto afecta a la población de ambos países”, sostuvo.
De la afectación a los ríos Ostúa, Lempa y el lago Güija, Cabezas añadió que esto trasciende no solo en la salud de los habitantes o la contaminación del medio ambiente, sino también perjudica el acceso al agua de las comunidades en ambos países, porque la mina Cerro Blanco, impacta aguas transfronterizas.
“En El Salvador esto es importante porque la contaminación de la empresa minera, repercutirá en el río Lempa, y sabemos que este abastece a la población del Área Metropolitana de San Salvador (AMSS) que son las dos terceras partes de la población salvadoreña. Es alrededor de 3 millones de personas que serán afectadas y si logran abrir la mina a cielo abierto, estaríamos hablando de la contaminación en la Cuenca de Río Lempa, el agua del Gran Salvador, la industria pesquera y la agricultura, porque somos agua-dependientes del Lempa”, subrayó Cabezas.
La decisión de Bluestone Resources, de una mina a cielo abierto, se basa en una serie de exploraciones en los últimos 3 años, realizadas alrededor de la mina, en donde encontraron la existencia de oro, que es mayor alrededor del proyecto que la mina en si misma. Lo que significaría que para sacar una onza de oro tendrán que triturar 3 o 4 toneladas de roca.
“La trituración de la roca libera arsénico, plomo, sulfuro y, a largo plazo esto genera el drenaje ácido. Y para sacar 2.5 millones de onzas de oro están proponiendo en el proyecto triturar por lo menos 10 millones de toneladas de roca del lugar, y luego dejarán estas toneladas de material tóxico en Guatemala que afectará el medio ambiente en los próximos cien años con el drenaje ácido. Y esto es lo que denunciamos porque la empresa saca el oro, se van felices y nosotros nos quedamos con la contaminación y drenaje ácido”, advirtió.
La propuesta de las organizaciones sociales en El Salvador y Guatemala es un “Tratado de Aguas Transfronterizas”, que abarque a todos los países de Centroamérica y con mucho énfasis en las naciones con proyectos extractivos mineros y en zonas fronterizas, reiteró Cabezas.
“Sabemos que cada país tiene derecho a generar su propio desarrollo, pero nosotros somos críticos de la industria minera por ser altamente contaminante y dejar pocos beneficios a la población y gobiernos”.
“Lo que demandamos es que los gobiernos de El Salvador y Guatemala se sienten para conversar el tema de la contaminación transfronteriza, y junto al Sistema de Integración Centroamericana (SICA), se desarrollen tratados porque no solo es la mina Cerro Blanco, también hay proyectos entre Nicaragua y Costa Rica o Guatemala y México”, puntualizó.