La iglesia católica recuerda el legado que dejó a la comunidad cristiana el padre Rutilio Grande asesinado en 1977.
Los salvadoreños conmemoran este marte el 42 aniversario del asesinato del sacerdote jesuita Rutilio Grande, quien fue amigo cercano y mentor del ahora santo Oscar Arnulfo Romero.
Al respecto conversamos con Francisco Andrade párroco de la iglesia Divino Rostro de Jesús, en Ciudad El Triunfo quien recordó el legado que dejó el padre Rutilio. “Uno de los grandes legados que ha dejado, es que inspiró la vida, el pensamiento de San Óscar Arnulfo Romero, y nos ha hecho pensar a nosotros que tenemos que encarnarnos bien, en nuestra realidad latinoamericana”.
El 12 de marzo de 1977, mientras transitaba en su vehículo cerca de El Paisnal, Grande fue asesinado con disparos de ametralladora en una emboscada de miembros de extinta Guardia nacional. Murieron también el sacristán Manuel Solórzano de 72 años y Nelson Rutilio Lemus de 16 años.
El sacerdote jesuita representa una figura importante también para los nuevos jóvenes que aspiran a la vocación del sacerdocio así lo indica el seminarista Anderson Avalos “Es para nosotros un ejemplo para seguir de un buen pastor, un buen pastor al corazón de cristo, y para nosotros que estamos en un proceso formativo de ser futuros pastores, es una figura que nos hace sentir comprometidos para que nosotros podemos seguir ese ejemplo, el ejemplo de cristo reflejado en estos pastores salvadoreños”.
Con el asesinato de Grande, el entonces gobierno militar y los escuadrones de la muerte iniciaron la represión contra los miembros de la iglesia que denunciaban la injusticia social dominante.
Los religiosos coinciden que el padre Rutilio Grande fue un hombre que luchó por las personas más vulnerables del país.
El asesinato del Padre Rutilio Grande marcó un profundo cambio en la feligresía católica, esto ha generado que el proceso de beatificación avance cada vez más, ya que la esperanza aún sigue viva en los salvadoreños de llevar a los altares al sacerdote que por años defendió al pueblo de las injusticias que se vivieron en aquellos años.
Por Brenda Arévalo.