Este año, el Presupuesto Nacional de El Salvador ronda los $9 mil millones de dólares pero se aprobó con un faltante de $1,915 millones con respecto a la recaudación tributaria esperada
El ministro de Hacienda dijo que no había problemas con ese faltante, porque casi $500 millones se obtendrían de préstamos ya aprobados y el resto, $1,415 millones, se conseguirían vendiendo bonos en el exterior. Luego la Asamblea aprobó la venta de bonos por $1,140 millones. De manera que solo faltarían $275 millones.
Pero una cosa es la pensada y otra es la realidad. No han venido bonos ni por un centavo, pues los empresarios extranjeros no quieren arriesgarse a agarrar esos papeles emitidos por un Gobierno en bancarrota, con una deuda que representa el 80% del PIB (muy alta) y en un contexto económico de caída de las exportaciones (-8.6% hasta julio), caída de la producción agrícola de (-2% hasta marzo, caída de la producción industrial de -4.5% hasta marzo, estancamiento del comercio y reducción del dinero que circula (-4.3% hasta junio). Para colmo, la recaudación tributaria es menor a lo esperado en $53.6 millones.
¿Qué piensa usted?, le preguntó el jefe mayor al ministro de Hacienda ante ese panorama tan feo.
Que vamos muy mal, señor. Como no hemos vendido bonos, nos faltarían $1,415 millones para terminar el año. Pero la situación es más grave, pues como la recaudación tributaria es $53.6 millones menos de lo previsto, en realidad nos faltan $1,468.6 millones. Y para colmo usted quiere repartir canastas de alimentos en noviembre y diciembre.
Pero usted es el ministro, le dijo jefe. No me plantee problemas y dígame qué sugiere para enfrentar la situación
Hagamos esto, le dijo el ministro:
1. No le paguemos a los fondos de pensiones los $570 millones que presupuestamos este año. Nadie protestará por eso, pues es un tema engorroso incluso para la mayoría de la gente que cotiza. Es más, podríamos no pagar nada durante cuatro años. Y después vemos qué hacer con ese asunto.
2. No hagamos las obras y construcciones que prometimos. En el presupuesto pusimos $1,050 millones. Le sugiero no hacer las sedes de la universidad, ni los pasos a desnivel que prometimos, no reparar las mil escuelas ni hacer otras inversiones. No pasará nada. La gente no protestará por eso. En los primeros seis meses del año solo invertimos $70 millones. Mantengamos el ritmo e invirtamos $140 millones, sobre todo a través de la DOM, que la gente asocia con su persona. De esa manera nos libramos de invertir $910 millones.
Ya con eso resolvemos el problema, pues al no pagarles $570 millones a los fondos de pensiones ni invertir $910 millones, nos quitamos de encima un gasto programado de $1,480 millones. Hasta sobra un poquito, pues no olvide que el faltante, hasta ahora, es de $1,415 millones.
Pero no hacer esas obras es seguir con la economía por el suelo, le dice jefe.
Si, le dice el ministro, pero la situación no da para más. Peor es despedir empleados y empleadas públicas, recortar subsidios y subir el IVA. Deje pasar este año, gane las elecciones de febrero de 2024 y después vemos qué sigue.
¿Y para la canasta de alimentos que entregaré a fin de año y en enero, que propone usted, ministro?
Bueno, como ese gasto no está en el presupuesto, podemos conseguir algo del INSAFORP y del INJUVE. Cerremos esas instituciones y agarremos una parte del dinero que tienen. Rascando ahí podemos llegar a unos $30 millones entre las dos instituciones.
Eso es poco, le dice el jefe.
Pues recortemos los gastos de algunos ministerios. Por ejemplo, el de Desarrollo Local, que solo gaste el 40% de lo presupuestado. En los primeros seis meses gastó el 20%. Mantengamos el ritmo. También los Ministerios de Salud y Educación, que solo han gastado el 36% y el 38% de lo presupuestado. Que no pasen del 75%. Y así otros Ministerios.
Claro, señor, nada de recortarles a los Ministerios de Defensa, Seguridad y Relaciones Exteriores. Y mucho menos al gasto de propaganda.
El ministro es muy práctico y desalmado, pero como el FMI se cansó de él, anda buscando un alto puesto en un banco regional. Puede que hasta le vaya mejor.
Este podría ser un cuento breve e incompleto, pero también una anécdota.
Por: César Avillana, economista.