Muchos aprecian beber una taza de café con unas cucharadas de azúcar, pero pocos conocen el drama humano de trasfondo del costo de endulzar el café.
Detrás de la producción del azúcar y algodón se esconde un mal silencioso que está matando a las presentes generaciones de familias campesinas salvadoreñas que se ven expuestas a las fumigaciones de veneno como es la situación de la comunidad de San Luis Talpa en La Paz.
El precio de la producción de la caña de azúcar tiene un alto costo para las agricultoras y agricultores de caña de azúcar que hacen uso sin protección de los pesticidas que son regados en los campos de este monocultivo, dañando gravemente su salud como es el caso de Óscar Grande que ha sido diagnosticado recientemente de insuficiencia renal crónica.
“Antes mi trabajo fue fumigar, fumigué 12 años, comenzamos desde las 6 hasta a las 11 de la mañana fumigando ese veneno, uno no aguantaba todo ese vapor en la espalda, por la necesidad uno hacia este trabajo. El equipo que nos daban no era recomendable para protegerse de ese veneno, por eso me vino esta enfermad y ahora estoy en tratamiento de hemodiálisis”, lamentó Óscar Grande.
El caso de Óscar es el drama de miles de familias campesinas que viven en comunidades agrícolas donde se cultiva y fumiga con agroquímicos a gran escala por parte de la industria cañera, esta producción contaminante está provocando la epidemia sigilosa de la Enfermedad Renal Crónica (ERC).
Además, es imprescindible volver a cultivar de forma tradicional con la agroecología manifestó Adela Bonilla representante de la Mesa por la Soberanía Alimentaria.
“La posición de la Mesa es poder crear con la gente en la comunidad que cambien sus métodos y técnicos en cuanto a cultivos, que volvamos al machete a la cuma para cultivar libre de agrotóxicos y descontaminar la tierra, es de darle su respiro, sus nutrientes, libre de químicos”, aseveró Bonilla.
Las familias que residen en San Luis Talpa están rodeadas de monocultivos de caña de azúcar que ha sustituido los cultivos de granos básicos a consecuencia que son dañados por la fumigación de madurantes que los secan y están dejando sin agua a la gente en la comunidad aseguró Juan Ruíz poblador del caserío Las Monjas en San Luis Talpa.
“Me secaron el pozo, el huerto casero (los cañeros) me lo matan cuando tiran el madurante, estuve trabajando por muchos años como banderillero en las algodoneras cargando aviones haciendo riego a bajo volumen que significa tirar el puro veneno al algodón, estuve en contacto el veneno sin ninguna protección, en esa época no tenía información de su daño (a la salud)”, dijo Ruiz.
En 2009 solo en San Luis Talpa en los últimos dos años se han registrado 60 muertes, entre adultos, jóvenes y niños. Diez años después se considera que la cifra es el triple, sin embargo, no existen registros de defunción por esta enfermedad, a consecuencia que las personas enfermas no tienen dinero para costear el tratamiento en los hospitales ante la falta de ayuda gubernamental.
Por / Alfredo Carías.