En El Salvador, la vida y obra del beato y mártir Monseñor Óscar Arnulfo Romero continúa vigente en su pueblo por quien un día alzó su voz y defendió desde los altares.
“La iglesia defensora de los derechos de Dios, de la ley de dios de la dignidad humana, de la persona, no puede quedarse callada”. Palabras del Beato Monseñor Romero en una de sus homilías.
“Monseñor Romero es para nosotros el estandarte de la verdad, que supo defender la verdad a pesar de la crisis que en aquel entonces se vivía”. Mercedes Serrano residente del municipio de Berlín.
Así es considerado el Beato y Mártir Oscar Arnulfo Romero para miles de salvadoreños y salvadoreñas a 38 años de su asesinato.
En aquellos años al frente de la iglesia, la vida de Romero se forjó a través del contacto directo con el sufrimiento del pueblo.
Denunció las injusticias que se cometían desde las autoridades de gobierno contra la gente pobre y caminó con ellos repudiando tanta represión.
Don mercedes Serrano, dice que Romero seguirá alzando su voz desde los altares en favor de los más desprotegidos. “Nos sentimos identificados y con una gran alegría porque vamos a tener un santo salvadoreño que representa para nosotros la voz de los más pobres, y considero que hoy en este tiempo van hacer resonancia las palabras de él, que va hablar en nombre de los más pobres de los más sencillos de los que han sido pisoteados por las normas y leyes que han sido aprobadas injustamente”.
En cada una de sus homilías, Monseñor Romero pronunció frases que a la fecha siguen vigentes.
Una de ellas fue: Si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño”. Palabras que hoy se están cumpliendo, expresó Lourdes de Serrano. “Las palabras de Monseñor Romero se están haciendo realidad, cuando él dijo, si me matan resucitaré en el pueblo salvadoreño, y en realidad él ha resucitado en el sentido de que ya lo vamos a tener en los altares y él está intercediendo por muchas personas, es un hombre que dio la vida por la gente más pobre, y ahora nosotros como personas de la zona oriental nos sentimos muy satisfechos y orgullosos de tener un santo salvadoreño reconocido a nivel mundial”.
Monseñor Romero estudiaba las Escrituras, predicaba, y ganaba importancia dentro la iglesia. Desde el 1942 cuando fue ordenado sacerdote hasta mediados de los años setenta. Ignoró los gritos y demandas de su pueblo.
En 1975 fue trasladado al campo para servir de obispo de la diócesis de Santiago de María. Los tres años que pasó junto al pueblo, presenciando tanto su sufrimiento, impactó significativamente en él.
Cuando fue nombrado arzobispo de San Salvador en 1977, fue una sorpresa para muchos que sus acciones estuvieran dirigidas a denunciar las injusticias, la pobreza, la corrupción, y la violencia que amenazaba al pueblo.
Un recuerdo que mantiene presente don Juan José Benavides “El saber vivir con los campesinos, el tener esa convivencia con ellos, eso causa un gran impacto en todas las comunidades, ya que él decía una frase que el papel de la iglesia es escuchar a los pobre y el en su testimonio de vida como pastor, desde mi punto de vista yo lo veo como esa persona que creo esa conciencia de vivir la fe, y ser verdaderamente cristianos como Cristo”.
A finales de los años 70s, Se estaba viviendo el comienzo de la guerra civil que dejó como resultado la muerte de 75 mil salvadoreños y salvadoreñas.
Multitudes se reunían para oírle predicar en la catedral, otras más escuchaban sus homilías a través de la emisora de la arquidiócesis.
Una vez monseñor romero dijo: “Ese afán de hacer un pueblo más justo, ese afán de arrancar de la opresión y la injusticia a los pobres y oprimidos, es voluntad de Dios que no los quiere así, si no que se pongan en camino hacia una tierra prometida, que no se encontrará en este mundo, pero que si pasa por este mundo y que esta tierra tiene que ser ya una antesala de ese cielo donde de verdad está la tierra nueva, el cielo nuevo donde hay verdadera riqueza que emana leche y miel”.
Por toda estas acciones que marcaron la vida del también profeta salvadoreño. Monseñor William Ernesto Iraheta Obispo de la diócesis de Santiago de maría invita a la población a conocer más a profundidad al primer santo salvadoreño.
“Tiene el juicio de los que le han contado de él, yo les invitaría a conocer su vida, su biografía, leer sus homilías, sus cartas pastorales y los documentos que tenemos sobre él. Y vamos a darnos cuenta de cómo él vivió su fe, esa pensamiento todavía es vigente, para transformar nuestras vidas, nuestras familias y nuestras sociedad”.
Monseñor Oscar Arnulfo Romero fué asesinado el 24 de marzo de 1980, un día después de llamar a los policías y militares de menor rango, a obedecer la ley superior de Dios, no a las órdenes de sus superiores.
Por Wilfredo Hernández.