Dagoberto Gutiérrez planteaba que nunca habíamos tenido tanta corrupción como hoy. Afirmaba que los militares fueron más honrados que los políticos. Burdas falacias.
Es hasta hace unos años que existe la posibilidad de enjuiciar a políticos y que por la presión de la opinión pública se ha enjuiciado a tres presidentes, a varios ministros, un fiscal y a otros funcionarios. Hasta hace poco se tiene la posibilidad de juzgar a militares.
También, la corrupción se ha convertido en una arma política para desprestigiar a cualquier político o empresario que no sea del agrado de quienes sustentan el poder real. Por ejemplo, no llegan a la cárcel los de las familias oligarcas tradicionales.
Por el momento los juicios que hemos visto, de manera ligera se pueden considerar un show o una manipulación. La gente con deseos de justicia acepta cualquier cosa. No se da cuenta que la manera en que se le aplica la justicia a estos «señores», debería ser la manera que se le debe aplicar al pueblo: nadie debe ser condenado si no es vencido en juicio.
Se pone de ejemplo a los que robaron unas libras de carne y van a parar a la cárcel y la señora de Saca va para su casa después de confesar que ayudó a lavar más de 20 millones de dólares. Lo legal de la justicia es lo que se le aplica a esta señora delincuenta, lo incorrecto es lo que se le aplicó a los que se robaron la carne.
Si lo anterior nos parece injusto, aunque se aplique lo legal y correcto, lo que debemos exigir es cambio en las leyes. Se debe tener leyes que castiguen con mayor severidad los delitos sobre la corrupción.
Por: Alcides Herrera.