Llegué a buscar una sandía. Me llamó la atención ver pequeñas tiras rojas por el camino que iba de la talanguera hasta la choza donde vendían la sandía.
¿Para qué sirven esos listones rojos? Le pregunté al dueño de la sandillera. Bueno, me dijo, es por si vienen mujeres a comprar sandías. ¿Qué tiene que ver eso con las mujeres? Le volví a preguntar. Ah, es que si andan la regla me joden la sandillera, me explicó.
Esta creencia era predicada por san Isidoro de Sevilla (+636 d.C) sostenía acerca de la sangre menstrual: «Una vez tocada, los frutos no germinan, las flores se marchitan, las plantas se mueren… el hierro se oxida, el bronce se pone negro, los perros que la beben cogen la rabia».
Es increíble como las cosas dichas por un cura pueden perseverar en el tiempo y ocasionar discriminación, a pesar del avance de la ciencia y del conocimiento humano. Todavía en nuestras iglesias (católicas y evangélicas) les obligan a las mujeres a cubrirse la cabeza, a someterse a sus maridos, a que la función de la mujer es ser madre, ocuparse de la casa y de la familia.
Lo que uno descubre es que en cada hecho de desigualdad, discriminación y hasta de explotación, en nuestra cultura occidental, hay detrás una creencia religiosa o propagada por la religión.
Gracias a mujeres valientes, que conmemoramos este día, el mundo ha avanzado, aunque lentamente, en el reconocimiento de sus derechos.
Por:Alcides Herrera