“Pronto habrá una linda noticia, para todo el Salvador” fueron las palabras del Cardenal Gregorio Rosa Chávez hace unos días.
Esta buena noticia se conoció a primeras horas de este día 7 de marzo.
La Iglesia Católica proclamará santo a Monseñor Óscar Arnulfo Romero después de que el Papa Francisco firmara el decreto que reconoce el milagro atribuido a su intercesión.
El Beato y mártir nació en Ciudad Barrios, El Salvador, el 15 de agosto de 1917 y fue asesinado por odio a la fe el 24 de marzo de 1980, mientras oficiaba una misa en el hospital de la divina providencia en la capital.
Según las investigaciones, la autoría del asesinato apunta a un grupo de aniquilación vinculado a la dictadura militar dirigida por el fundador del partido ARENA Roberto d’Aubuisson.
En una de sus homilías Monseñor Romero dijo “He sido frecuentemente amenazado de muerte, debo decirles que como cristiano no creo en la muerte sin resurrección, si me matan resucitare en el pueblo salvadoreño, lo digo sin ninguna jactancia con la más grande humildad, pastor estoy obligado por mandato divino a dar la vida por quienes amo”
Monseñor Óscar Arnulfo Romero se ordenó sacerdote en Roma en 1942. Al año siguiente, de regreso en El Salvador, recibió el nombramiento como párroco del Anamorós, departamento de La Unión, y luego como párroco de Santo Domingo, en la Diócesis de San Miguel.
En 1974 fue nombrado Obispo de Santiago de María. Desde ese encargo pastoral emprendió una intensa labor en favor de la población más pobres de la Diócesis, a los que visitaba con regularidad.
Fue precisamente durante ese ministerio cuando vivió el primer episodio dramático relacionado con el conflicto armado que comenzaba a fraguarse en el país, cuando un grupo de campesinos que regresaban de una celebración religiosa fueron asesinados por la Guardia Nacional.
El 8 de febrero de 1977 fue designado Arzobispo de San Salvador. La persecución, que incluían expulsiones y asesinatos, contra sacerdotes y laicos,
le llevó a enfrentarse abiertamente con la dictadura, a la que responsabilizó de las muertes.
En sus diferentes homilías en la catedral, Monseñor Romero no se cansó de denunciar los atentados contra los derechos humanos cometidos por el gobierno militar, ante esta situación viajó a Roma, donde recibió el apoyo del Papa Pablo VI, por lo que se sintió respaldado en su defensa de los más débiles de El Salvador, oprimidos por el gobierno.
Posteriormente, también el Papa San Juan Pablo II respaldó su posición y le animó a continuar por la senda de la justicia y de la pacificación del país.
Por Brenda Arévalo.