Las peritos citadas por el juez a declarar fueron Mercedes Doretti, Patricia Bernardi y Silvana Turner, para dar a conocer a las partes los informes forenses que se realizaron desde 1992 hasta 2004, cuando fueron parte del equipo que ejecutó las primeras exhumaciones en El Mozote.
El juez aseguró que las peritos ya fueron debidamente acreditadas en el proceso desde 1991, y sus atestados están agregados al expediente judicial.
Una de las finalidades de estos informes periciales es dar mayores elementos de prueba al dictamen y conclusiones del juez.
Según el abogado David Morales, de la parte acusadora, en 1991 ante la solicitud de Tutela Legal dirigida por María Julia Hernández, se pidió el apoyo del Equipo Argentino de Antropología Forense para realizar exhumaciones de una masacre.
El equipo argentino realizó, junto a un grupo de Medicina Legal de El Salvador, trabajos de su especialidad y cubrieron las áreas periciales de arqueología, criminología, balística, medicina legal, antropología, odontología y radiología forense.
Lo que tenían que resolver primordialmente era establecer si desde el punto de vista de la evidencia física a analizar había evidencia o no de que ocurrió una masacre, o que lo sucedido era fruto de un enfrentamiento armado.
Clyde Snow, Robert Kirshner, entre otros destacados especialistas participaron también en el análisis de laboratorio de los restos de El Mozote.
Los informes elaborados en ese entonces, ya han sido incorporados al proceso judicial y son de conocimiento tanto del juez como de los abogados defensores de los militares, agregó Morales.
El Equipo Argentino de Antropología Forense ha trabajado en más de 50 países de todo el mundo y en el país acudieron ante la denuncia por los asesinatos de un poco menos de 1,000 personas ocurridos en el marco de la llamada “Operación Rescate”, ejecutada en diciembre de 1981 por el Batallón Atlacatl y otras unidades militares en el departamento de Morazán, señalando los caseríos El Mozote, Jocote Amarillo, Rancherías, Los Toriles, Cerro Pando y La Joya como los más afectados por el asesinato de población civil.
Mercedes Doretti, quien inició rindiendo su testimonio, explicó que en los seis sitios mencionados encontraron ocho recintos (casas), en cinco de ellos localizaron restos humanos; examinaron 16 fosas primarias y, en 15 de estas, se encontraron restos humanos; en 5 fosas secundarias también hallaron restos humanos.
El número mínimo de individuos recuperados fue 282, todos esqueletizados. No es el número total de las víctimas, pero por el estado de los restos encontrados no se pudo determinar qué tantos más había.
Según el reporte forense, los cuerpos quedaron en superficie, enterrados en fosa o dentro de casas o recintos que fueron destruidos.
De los 282 individuos recuperados el 74.2% corresponde a niños con edad promedio de entre 0-12 años, es decir, 209 individuos. El 4% eran de entre 13 y 20 años, 16% individuos entre 21 y 40 años, 3% entre 41 y 50; y un porcentaje menor de 1% de individuos de 50 años y más.
Los individuos que se encontraron en el sitio 1 o “El Convento”
En 1992 se exhumaron los cuerpos en el sitio 1 (convento de El Mozote), el número mínimo de individuos aumentó en el análisis de laboratorio a 143, de los cuales 136 tenían un promedio de edad de 6 años y 7 adultos (un hombre de 50 o más años y 6 mujeres, una de las cuales se encontraba en el último trimestre de embarazo). Las mujeres tenían un promedio de edad entre 21 y 40 años.
Los restos de los individuos encontrados tenían graves traumas por la alta velocidad de los impactos de proyectiles y por otros aspectos como el fuego, la humedad y acidez del suelo, restos de artefactos explosivos y golpes por la caída del techo del convento.
Por lo menos en 51 cráneos se encontraban fragmentos metálicos de proyectiles, así como en el tórax.
Otra conclusión es que por lo menos los individuos encontrados en El Convento, ahí fueron asesinados por los proyectiles y los casquillos encontrados en el piso, junto a los esqueletos e incrustados en la pared interior, así como fuera del sitio.
En las conclusiones generales provenientes de las distintas disciplinas que analizaron el caso, los forenses determinaron que los cuerpos fueron agrupados en el sitio 1 (El Convento); por la posición de los restos encontrados los individuos debieron estar ya en el piso cuando recibieron los disparos en diversas partes del cuerpo, que produjeron a su vez orificios en el piso. Es decir que les atravesaron sus cuerpos. El posible lugar de los tiradores se determinó que era la puerta del recinto y una ventana desde donde se les podía disparar.
También se considera que posterior a los disparos se arrojó también al menos dos artefactos explosivos al interior de El Convento.
Mercedes Doretti señaló que la conclusión final del laboratorio, refutada con argumentos médicos y científicos, fue “que no se encontraron pruebas que sostenga el argumento que las víctimas, casi todos niños pequeños, hubiesen participado en un combate o que hubiesen quedado en medio del fuego cruzado entre fuerzas combatientes. Las pruebas muestras decididamente la conclusión de que fueron víctimas intencionales de una ejecución masiva extrajudicial”.
La población masacrada era mayoritariamente compuesta por niñez y mujeres. Los niños la mayoría tenían entre 0 y 6 años (76%), el resto tenían hasta 12 años. No se encontró ningún armamento que les vinculara al argumento de los abogados de los defensores de que eran guerrilleros. Sólo se encontró canicas, juguetes, monedas, utensilios, sandalias y ginas junto a sus cuerpos. Esto comprueba que eran civiles que fueron ejecutados, aseguró Doretti.
Las vainas de proyectiles pertenecían a por lo menos 24 fusiles M-16 que en el caso del sitio conocido como “el convento” en el Mozote y donde encerraron a los niños y mujeres, se encontraron vestigios de 117 cuerpos en un principio, pero que en el análisis de laboratorio llegó a 143.
Por / Transparencia Activa.