Un nuevo torneo empezó para Águila, con las mismas ilusiones que se encara cada justa desde aquella final en 2012 cuando, de manera aguerrida, el club negronaraja se impuso a Isidro Metapan por marcador de 2 a 1 y consiguió la tan anhelada corona numero 15. Aquella final en donde brillaron con luz propia la figura creativa a un gran Osael Romero y un definidor por excelencia como Nicolás Muñoz.
Desde entonces Águila jugó dos finales con marcadores que solo reflejan una cosa: la número 16 es incierta, y si llega no será de manera fácil. Pero, ¿qué está mal en Águila?, ¿la plantilla?, ¿el cuerpo técnico o la directiva? El problema parece estar en cada una de estas partes, no se puede tener un solo culpable. Atrás quedaron jugadores insignias, esos que hacían que la gente fuera al estadio no solo por el equipo, sino por el espectáculo. Ya no quedan referentes, aquellos que veían el escudo de Aguila con amor y al Juan Francisco Barraza con respeto. Aficionados aguiluchos lloraron la marcha en su momento de jugadores como William Torres Alegria y Rudis Corrales. Es curioso, sin saberlo, ambos compartían una similitud como dupla con dos de los referentes más grandes a nivel mundial y de la historia del futbol argentino, Juan Román Riquelme y Martin Palermo, dos inmortales de uno de los clubes más grandes de la historia global, el Boca Juniors. Claramente la habilidad entre ellos es de una diferencia abismal, pero compartieron un mismo fin: amar, respetar y defender los colores del club al que pertenecieron por muchos años.
Hoy en día, los clubes salvadoreños no buscan tener un proyecto, gustar a la afición o rescatar valores en el deporte, solo buscan lucrase a cualquier costo y Águila no es ajeno a esta realidad. Muchos pueden creer que el modelo de comprar para armar un equipo es la mejor opción, así como recientemente de la funcionado al club capitalino Alianza, pero la pregunta es ¿realmente es esto lo que ilusiona a un aficionado? ¿o será que espera que, más allá del resultado, su equipo salga a pelar cada uno de los balones? Águila perdió esa mística que lo caracterizo años atrás, cuando cada equipo se pensaba dos veces como plantearle un partido en su cancha, con su gente.
“El orgullo de los migueleños y de todo El Salvador”, una frase con la que tal vez muy pocos se sientan identificados, por la realidad que atraviesa este equipo, que le ha sido poco fiel, por no decir nada, a ese hermoso himno que tanto gusta a la afición, porque resalta la historia de un club que, por nombre y tradición, debe figurar entre los más grandes.
Sin duda, muchas personas se sentirán frustradas por los fichajes que tanto revuelo causan en redes sociales, pero muy poco donde realmente vale: en la cancha. Quizá un día vuelva a escucharse ese himno con orgullo, talvez se deje de buscar solo resultados inmediatos y más proyectos con bases solidas, a lo mejor un día regresan esos jugadores que muevan a la gente a querer ir a alentar, porque inspiran, porque ilusionan, porque hacen soñar a la afición, porque la huidiza 16. Quizá algún día.
Por Daniel Orellana.
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