
Un anciano de más de 70 años, enfermo de diabetes y sin ingresos, enfrenta la vida en soledad y con el agravante de que desde hace tres meses no recibe la insulina que necesita para sobrevivir. Cada mes acude a la Unidad de Salud de Nuevo Gualcho en busca del medicamento, pero desde junio no hay abastecimiento.
“Yo tengo que pedir para conseguir el medicamento. La gente me ayuda. Siempre he tenido problemas para conseguirla. Este año varias veces la unidad de salud se queda sin este medicamento, pero a veces la enfermera me lo consigue y me lo viene a dejar, ahora desde junio no tienen”, relató el anciano a Izcanal.
El hombre, que ha convivido más de 10 años con la diabetes, recuerda que antes la situación era diferente: “Antes era distinto, hasta nos reunían para darnos charlas, luego comenzó a hacer falta la medicina, ahora ni reuniones, ni medicina… vamos mal”.
Una comunidad con historia de lucha
Nuevo Gualcho es una comunidad formada por familias que vivieron en el exilio en San Antonio, Intibucá, Honduras, y retornaron en 1990. Desde entonces, su lucha por los derechos a la salud y a la educación ha sido constante. Sin embargo, hoy esos logros se ven amenazados por la falta de medicamentos e insumos en la Unidad de Salud local.
Una integrante del Foro de la Salud advirtió a Izcanal: “Yo creo que van a cerrar la Unidad de Salud, todo apunta a la privatización y lo más que van a dejar es la Unidad de Salud del pueblo”.
Promesas y realidades
Aunque el médico de la Unidad de Salud suele asegurar en la última reunión con veteranos del FMLN que el abastecimiento está garantizado, la realidad en la comunidad contradice esas palabras. Actualmente, la Unidad de Salud de Nuevo Gualcho lleva: 10 meses sin Valsartán (para la hipertensión) 2 meses sin insulina de acción corta (esencial para personas con diabetes).
Una amenaza silenciosa
El desabastecimiento golpea a los más vulnerables: personas mayores, enfermos crónicos y familias empobrecidas que dependen del sistema público de salud.
El silencio oficial y la falta de soluciones hacen temer lo peor: que los derechos conquistados después de décadas de lucha se diluyan en un sistema cada vez más debilitado.
Desde Izcanal seguimos acompañando y denunciando esta realidad, porque la salud es un derecho, no un privilegio.
Por: Prensa Izcanal.