
La crisis de medicamentos en el Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS) está alcanzando niveles insostenibles. A la alarmante escasez de eritropoyetina, vital para pacientes con insuficiencia renal crónica, se suma ahora la falta de atorvastatina, utilizada para controlar el colesterol y prevenir enfermedades cardiovasculares, y metocarbamol, un relajante muscular recetado frecuentemente para tratar espasmos, dolores fuertes de columna y afecciones musculares.
Estamos frente a un desabastecimiento sistemático que afecta a pacientes con condiciones crónicas y dolorosas, que no pueden interrumpir su tratamiento sin poner en grave riesgo su salud o incluso su vida.
La eritropoyetina es esencial para los pacientes que están en hemodiálisis, ya que su organismo no produce suficientes glóbulos rojos. Sin este medicamento, desarrollan una anemia severa que los deja sin fuerzas, con mareos constantes, dificultades para respirar y en riesgo de colapsar. “He ido a todas las farmacias del ISSS en oriente buscando la eritropoyetina y no hay. Me mandan de un hospital a otro y ninguno tiene. Esto no es justo. Estamos luchando por vivir”, denuncia un paciente, quien prefiere no revelar su identidad por temor a represalias. En el país, denunciar lo que está mal puede costarte caro.
La situación es igual de crítica para quienes dependen de la atorvastatina, un medicamento fundamental para prevenir infartos, derrames cerebrales y complicaciones cardíacas. Su suspensión súbita puede acelerar el deterioro de la salud en personas hipertensas, diabéticas o con antecedentes de enfermedades del corazón. Y, mientras tanto, las farmacias del ISSS siguen sin responder.
El metocarbamol, por su parte, ha desaparecido de los estantes pese a que es comúnmente recetado para pacientes con dolores de espalda, cervicales o enfermedades reumatológicas. Para quienes sufren estos cuadros, este fármaco significa la diferencia entre poder moverse o quedar postrados por el dolor. Su ausencia los obliga a gastar en consultas privadas o comprar medicamentos de dudosa procedencia.
Adquirir cualquiera de estos medicamentos por cuenta propia puede significar una carga económica imposible para una familia que vive con el salario mínimo, esto no es una opción.
Esta no es una simple falla de logística: es una falla del Estado. Y no hay excusa que justifique esta indiferencia. ¿Dónde está el dinero que se destinó a fortalecer el sistema de salud? ¿Dónde están las compras públicas, los abastecimientos, las promesas?
Por: Prensa Izcanal