Cuarenta años de explotación minera en San Sebastián, Santa Rosa de Lima, dejaron un legado de contaminación y destrucción ambiental. La empresa minera Commerce Group Corp. cesó oficialmente sus operaciones en San Sebastián a finales de la década de 1980, dejando equipos abandonados, piscinas de relaves y desechos tóxicos en la zona.
Algunos “analistas pro minería” argumentan que, gracias a esta mina, el pueblo de Santa Rosa de Lima se convirtió en el más próspero de la región. Sin embargo, fueron otros factores los que impulsaron su crecimiento económico. La guerra con Honduras facilitó el contrabando y un comercio fluido entre ambas naciones. Mientras el gobierno hondureño cerró sus fronteras a los salvadoreños, el salvadoreño mantuvo abiertas las suyas, situación que fue aprovechada para incrementar el comercio con los pueblos vecinos de Honduras. Además, el valor del lempira, más alto que el colón salvadoreño, favoreció este intercambio.
Esta mañana, periodistas de Izcanal visitaron las minas de San Sebastián y pudieron constatar el deterioro del río y la serranía circundante, evidencias claras del impacto ambiental dejado por décadas de actividad minera irresponsable.
El río de San Sebastián es un espejo de las consecuencias ambientales de la minería metálica
En El Salvador, la lucha contra la contaminación del agua y la minería metálica ha sido intensa y a menudo peligrosa. La resistencia liderada por activistas y comunidades locales ha tenido consecuencias trágicas, incluyendo el asesinato de varios defensores ambientales como Marcelo Rivera, Ramiro Rivera Gómez, y Dora Alicia Recinos Sorto, esta última embarazada de ocho meses en el momento de su muerte. Estos activistas se opusieron firmemente a proyectos como el de la mina El Dorado, operada por la empresa Pacific Rim, ahora OceanaGold, que también enfrentó numerosos conflictos legales con el gobierno salvadoreño, culminando en la histórica prohibición total de la minería metálica en 2017
Por: Prensa Izcanal