En un nuevo aniversario de la masacre de estudiantes de la Universidad de El Salvador, sus autoridades y población estudiantil reiteró el llamado al Estado a no dejar estos hechos sin verdad, justicia y reparación a las familias de quienes fueron asesinados y desaparecidos por expresar su disidencia ante la dictadura de la época.
El miércoles 30 de julio de 1975, a eso de las 2:30 de la tarde, jóvenes organizados de secundaria y de la Universidad de El Salvador, salieron en una marcha desde el portón de la Facultad de Ciencias y Humanidades hacia el Parque Libertad. La razón: el allanamiento del Centro Universitario de Occidente (CUO) y otros atropellos a los derechos humanos cometidos los días viernes 25 y martes 29 de ese mismo mes en Santa Ana, por parte de los cuerpos de seguridad de la Guardia Nacional, Policía de Hacienda y Policía Nacional.
“Ya nos habían avisado que nos iban a reprimir”, dice Fernando Beltrán, quien fue estudiante organizado en la época y participó en la marcha de ese día. Pese a la advertencia, no les importó y continuaron con el plan.
“No nos importó, porque como saben, la represión nunca ha detenido la lucha por un cambio social. Cuando llegamos por la ex embajada americana, ahí por la fuente, ya nos avisan que los militares nos estaban esperando. Nunca nos imaginamos la forma en que nos estaban esperando”, relató.
Cuatro de la tarde, la marcha llegaba a la 25 Avenida Norte en el paso a desnivel, les rodea a un costado el edificio del Hospital General del Instituto Salvadoreño del Seguro Social (ISSS); bajo el puente, la (hoy) Alameda Juan Pablo II y al frente tanquetas y soldados esperando para reprimir violentamente a la masa de estudiantes.
Los manifestantes fueron acorralados con tanquetas detrás de ellos que pasaron atropellando a los heridos. Algunos saltaron el paso a desnivel buscando salvarse de las balas y obligaron a algunos a saltar a los niveles inferiores de dicho tramo. Los agentes policiales arrojaron gases lacrimógenos y dispararon con armas de fuego, matando a varios manifestantes al instante.
“Desde el semáforo empezaron los disparos. Muchos estudiantes se tiraron del puente, otros se lanzaron adentro del hospital. Muchos se quebraron las piernas. Venían señoras también. Todavía me cuesta hablar de esto porque me duele demasiado”, dijo.
Beltrán se desvía en lo que hoy se conoce como la comunidad Tutunichapa, acompañando a otra compañera que empezó a sentirse mal. Gracias a ello, se salva de las balas, sin correr la misma suerte que el resto de sus compañeros y compañeras.
Luego, los cuerpos de seguridad bloquearon y limpiaron la zona, por lo que no se pudo determinar con exactitud el número de muertos y aunque de manera oficial se publicó la muerte de una sola persona, se considera que la cifra superó los 50 fallecidos.
En un comunicado de la Asociación General de Estudiantes Universitarios Salvadoreños (AGEUS), fuentes testimoniales de familiares y periódicos locales de la fecha reportaron: “No se conoce el dato exacto pero supera los cien muertos; hasta la fecha no se conoce el dato exacto de los desaparecidos; 23 heridos de los manifestantes; 2 heridos de los alrededores (no participaban en la manifestación estudiantil) y 10 capturados”.
Los responsables nunca fueron juzgados, entre ellos, Carlos Humberto Romero, ministro de Defensa y Seguridad Pública, y Arturo Armando Molina, presidente de El Salvador entre 1972 y 1977.
Hablar de los diferentes atentados que ha sufrido la Universidad de El Salvador durante el siglo XX es hablar de la masacre del 30 de julio de 1975. Por 45 años, la comunidad universitaria ha alzado la voz y tapizado las calles con las consignas que recuerdan las banderas de lucha de las y los estudiantes asesinados y desaparecidos en esa fecha.
Este 30 de julio del 2020, la 25 avenida norte no se llenó de consignas, ni pancartas o cohetes. Tampoco de las cientos de personas que año con año repiten la travesía de las y los mártires. La pandemia por COVID-19 y las medidas de restricción han llevado muchos de estos homenajes al ámbito virtual.
Fernando Beltrán sale de su cuarentena y acompaña la pequeña concentración de hoy. Entre lágrimas, recuerda que esta conmemoración va más allá de las actividades de calle.
“Esto duele. Conmemorarlo no solamente es gritar consignas o cantar canciones. Es sentirlo, pero sentirlo siempre”, concluyó.
Las autoridades universitarias y otras organizaciones llegaron al monumento a los mártires para rendir tributo a su lucha de hace 45 años.
El rector de la UES, Roger Arias, recordó que a pesar de el brutal hecho “no pudieron callar la voz de los hijos e hijas de la Minerva”.
“Hago el llamado para no olvidar la gesta heróica de las y los estudiantes, y la lucha por un presupuesto digno y una sociedad más justa”, expresó.
A través de un comunicado recordaron que estos hechos continúan en la impunidad. Exigieron al presidente de la República, Nayib Bukele, cumpla con la apertura de archivos militares para determinar las responsabilidades de los graves crímenes cometidos durante la guerra en El Salvador y así se pueda sancionar a los responsables de estos hechos.
A la Asamblea Legislativa le exigen legislar a favor de las víctimas de graves violaciones a los derechos humanos durante el conflicto armado. Y al Estado salvadoreño, en su conjunto, “saldar la deuda histórica con la memoria de las víctimas y sus familiares sobrevivientes”.
También las autoridades acudieron hoy a la Fiscalía General de la República (FGR) para recordar a esta institución que continúa pendiente la investigación de la masacre estudiantil del 30 de julio.
La masacre de los estudiantes de la Universidad de El Salvador, el 30 de julio de 1975, fue producto del terrorismo de Estado. Familiares y sobrevivientes de este hecho consideran que los crímenes bajo las dictaduras militares no deben olvidarse. Por ello, exigen pleno conocimiento de la verdad, acceso a la justicia y garantías de que estos crímenes no volverán a ocurrir.
Por: ARPAS.